martes, abril 21, 2009

Cuando los ángeles vienen marchando



En marzo se cumplió el primer año del fallecimiento de mi padre y decidí en esta ocasión publicar el artículo que había escrito hace un año atrás en la revista 45RPM.
Hay muchas historias para seguir contando sobre él, seguramente mi familia se encargará de continuar haciéndolo.
En Marzo de 2008 escribía lo siguiente:

Cuando los ángeles vienen marchando


Salió a la cancha a jugar su último partido llevando la cinco en su espalda. La camiseta era la azul con la raya blanca horizontal al medio del Unión de Minas, que engalanara su esbelta estampa: la misma casaca del club que lo vio conquistar campeonatos de basketball (porque así se escribía en esa época, en inglés) en aquellos gloriosos años de 1956 – 1957, y en algunos otros torneos con el liceo y la selección de Lavalleja.

Es 1971, Día de Reyes. Esa noche me costaba dormir. Luego de un buen rato logré superar mi ansiedad y nervios, y el sueño me ganó. En la madrugada me pareció ver que las manos de mi padre dejaban algo en la mesa de luz; en ese momento mi sensación era que estaba soñando, y eso creí. A la mañana bien temprano, como todo niño ansioso, me levanté y me dirigí con mi hermano al pie del árbol de Navidad: sólo encontré una nota que decía que mi regalo estaba en el estante de la mesa de luz. Salí corriendo y me encontré con un hermoso radiograbador, el que daría comienzo a una infinidad de experimentos musicales. Papá, con ese regalo y aquellas manos de Rey Mago, sería el responsable de muchas cosas que vendrían.



Seleccion de Lavalleja (izq a der) Julio Parodi, Leonel Barboza, Tulio Burgueño, Anibal Pereira, y Jorge Bonelli (Campeonato Interliceal 1956)


La música siempre estaba presente llenando cada rincón de la casa, a través del viejo radio tocadiscos Lyon de papá. Pasaron el jazz, el dixieland, las big band y el swing, los Duke Ellington, Louis Armstrong, Glenn Miller, Gene Kruppa, Benny Goodman, Lionel Hampton, Tommy y Jimmy Dorsey, Count Basie, Charlie Parker, Ray Anthony, y con los años siguieron otros: la música clásica de Tchaikovsky o Mozart, o el rock, el blues y el pop con Bill Haley, Ella Fritzgerald, Buddy Holly, Ray Charles, Billie Holiday, Chuck Berry, Elvis, Beatles, Creedence, Rolling, Santana, Queen, Sting, Phil Collins, Rod Stewart….. y la lista sería interminable.

Es 1941, Paysandú. Año y lugar donde nació el viejo, pero ya de niño se acostumbraría a recorrer ciudades y departamentos por el trabajo de mi abuelo, el “Tata”Gerónimo.


Es 1951. Dolores, Soriano. Con sólo nueve años salía a dominar la guinda vistiendo la celeste campeón del mundo, y nueve años después dominaría la vida formando su familia por siempre junto a mamá. Hace poco recordábamos esa foto, que estaba en el dormitorio de los abuelos y un par de meses después de tomada la imagen, se mudarían para Minas, donde nací.

Aquel radiograbador marcaría el comienzo de mi pasión musical, realizando las primeras grabaciones caseras. Con papá conocí a Vinicius, Caetano y Chico, que pasaban por el living y nos dejaban la bossa nova, el samba y el tropicalismo. En otras noches la visita era de Yupanqui, Ariel Ramírez con Los Fronterizos, Zitarrosa o Viglietti y varias veces venía Tom Jones con Frank Sinatra y la trompeta de Miles Davis. Era impresionante la cantidad de músicos e intérpretes que pasaban por su casa y se llevaban muy bien con él. Los apreciaba mucho.



Jorge Bonelli en Dolores (Uruguay), Enero 1951

Es 1968. Al fondo, en la casa de Piriápolis, teníamos un tablero donde jugábamos con una pelota marca Panamericana, blanca, que imitaba a la de básquet. Ahí nos entreverábamos con mis primos Alejandro y Gerardo, que junto con mi hermano Fernando, molestábamos en las tardes de siestas veraniegas. Papá venía con el pretexto de que no dejábamos dormir a mi tío Dugald y terminaba dando cátedra, gozando cada doble que nos clavaba. Yo como él, seguí sus pasos, jugando al básquetbol por diez años en Bohemios.

Es 1982, octubre 24. Mamá estaba embarazada y en aquella madrugada salieron disparados para el sanatorio, parece que había llegado la hora. Yo me quedé en casa con la abuela Emilia y al rato me dormí. No sé cuanto tiempo transcurrió, pero recuerdo el sentir entrar a papá lleno de felicidad y alboroto, se asoma por la puerta de mi dormitorio y al grito de: ¡Vino tu hermano! y entre dormido preguntaba: ¿Quién? y él que insistía con - ¡Juan Pablo! – y yo que no terminaba de caer y de despertarme, decía - ¿quién es Juan Pablo? a lo que mi padre me volvió a gritar - ¡tu hermano! ¡tu hermano! Era el tipo más feliz. Tengo su rostro grabado en mis retinas, una alegría inolvidable.




Se me hace imposible recordar, rescatar y describir tantas cosas en una página: todos los acontecimientos con los que viví con mi padre, pero al menos quiero dejar unos pocos momentos que me marcaron, y este es el último.

Es 2008, marzo, Semana Santa. “Cuando los ángeles vienen marchando” de Louis Armstrong, es uno de tantos temas que mi padre me enseñó, y ése quiso ser mi regalo en su día de funeral. Murió como un ángel y se fue en una semana particular, a cinco días de su cumpleaños 67. No llegué a realizar mi deseo, pero estoy convencido que en algún momento y en algún lugar, los ángeles nos tendrán preparado un tocadiscos, para volver a escuchar música juntos.



A mi padre, Jorge Adolfo Bonelli Mac Ilriach, por su amor y su música.


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1 Comments:

At 6:14 a. m., Anonymous Anónimo said...

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